LOCA ACADEMIA DE POLICÍA V: OPERACIÓN MIAMI BEACH
Llegaba 1988 y, con él, la quinta entrega de la saga. Esta vez bajo la batuta de Alan Myerson. ¿Qué hacer? El tema de la Academia de Policía ya parecía estar explotado (adecuadamente explotado) hasta los topes, pero, como siempre sucede, había quien opinaba que a la saga se le podía sacar un poquito más de jugo. ¿Cómo? Trasladando el escenario de los hechos, esta vez no a una comisaría de la ciudad, como sucedió en la segunda película, sino a un escenario más atractivo, más llamativo: Miami Beach. Y así nació la quinta secuela.
En este caso, el Capitán Harris (G.W. Bailey) y su perrito de compañía, al Teniente Proctor (Lance Kinsey), entran a hurtadillas en el despacho del Jefe Hurst (George R. Robertson) y descubren que el viejo Comandante Lassard (Geroge Gaynes) debía haberse jubilado hace un año. El pérfido Harris saca los documentos a la luz para forzar la jubilación de Lassard y su ascenso a Comandante de la Academia. Como acto de despedida, a Lassard se le ofrece una condecoración en Miami y éste pide a sus chicos y chicas más cercanos que viajen con él para acompañarle en el último acto de su carrera policial. Con el veterano Comandante irán nuestros ya conocidos Sargentos Hightower (Bubba Smith), Tackleberry (David Graf), Jones (Michael Winslow), Hooks (Marion Ramsey) y la Teniente Callahan (Leslie Easterbrook). Junto a ellos viaja también una incorporación de la anterior peli de la saga, el agente Conklin (Tab Thacker). Y, cómo no, los mismísimos Harris y Proctor, para quedar bien ante todos y, de paso, darse un paseo de lujo... y también para ser las víctimas de las bromas de los otros, cómo no.
El problema surge cuando en pleno vuelo el Comandante Lassard se confunde e intercambia su bolsa con la de unos atracadores de joyerías que guardaban su preciado botín en la que ahora se lleva Lassard. Así, mientras el Comandante se desplaza impávido por Miami con una bolsa llena de diamantes sin percatarse de nada, los criminales le siguen la pista para arrebatárselos. Como no lo consiguen, tienen que tomar al propio Lassard como rehén (y a Harris de paso) y huir de nuestros chicos y chicas, que los perseguirán hasta el fin del mundo para recuperar a su preciado Comandante.
Pero el cambio de destino y lo aparantemente atractivo de la trama no oculta un hecho obvio. Importantes personajes que se habían venido consolidando en las películas anteriores no están ya, es el caso de Zed y Sweetchuck, y de las incorporaciones de la peli anterior solamente Conklin repite. A pesar de todo, parece que en equipo original se mantiene bastante bien, salvo con una excepción, y bastante importante. Ya no está Mahoney. El alma de la saga ha desaparecido de un momento a otro y en esta película se intenta de alguna manera sustituir con la aparición del sobrino del Comandante Lassard, Nick (Matt McCoy), también bromista empedernido y también polo opuesto a Harris desde el primer momento. Junto a él se incorpora otra policía de Miami, Kate (Janet Jones), pero ni uno ni otro podrán hacer olvidar la ausencia de Mahoney.
Es una película que, después del éxito notable de las cuatro anteriores, casi venía a ser necesaria si tenemos en cuenta que en el cine nadie quiere dar una saga exitosa por terminada hasta que no demuestra estar explotada hasta sus ultimísimas consecuencias. En este sentido, la quinta de la saga se hace una comedia entretenida, llevadera y bastante exótica, pero no llega a la altura de sus antecesoras y se puede decir que ya prácticamente nacía por inercia, como resultado de la fuerza de las que la precedieron. Aún así y todo, tiene sus puntos graciosos y sus puntos de acción nada despreciables, que hacen que no sea aburrida, pero ya venía a ser una muestra de cómo la saga iba perdiendo fuelle a medida que trataban de sacarle más y más jugo a base de exagerar ya casi hasta lo ridículo las capacidades de algunos de los protagonistas principales (como la puntería de Tackleberry o la fuerza de Hightower, que parece que van a más con el paso de los años).
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