sábado, 29 de agosto de 2015

LOCA ACADEMIA DE POLICÍA: LA SERIE



La saga había conocido su final en los cines en 1994, con la séptima y última entrega, pero aún había quien opinaba que el filón no se había explotado lo suficiente, así que, en 1997, veía la luz una serie a modo de spin-off que continuase de alguna manera las aventuras de la alocada Academia. Y así nació la serie de televisión, un proyecto que siguió más bien la estela de la última película que de las anteriores, por lo que pronto demostró que no estaba siendo llevado por el camino correcto. Solamente tuvo una temporada, larga, eso sí, con 26 capítulos. Pero la serie en poco se iba a parecer a aquellas cuatro películas que inauguraron la saga y que marcaron a toda una generación.


Paul Maslansky, que había acompañado la saga policial de principio a fin, se puso una vez más a la orden, también continuó, aunque versionado, el viejo tema "The Academy March", de Robert Folk, así como los uniformes, la escenografía (a menor escala), aunque se cambiaron los coches patrulla por otros más modernos, más acordes a las nuevas épocas, en fin, que el envoltorio parecía permanecer, pero sería prácticamente lo único. El Comandante Lassard (George Gaynes) ya se ha retirado y, aunque hace algún cameo en algún que otro capítulo, quien ahora está al frente de la Academia es un nuevo personaje, el Comandante Stuart Hefilfinger (Joe Flaherty). Otro que también aparece en cierto cameo es el Jefe Hurst (George R. Robertson), después de su desaparición en la séptima entrega. El papel de instructor cascarrabias que en las pelis había correspondido a Mauser y a Harris quedaba ahora en manos del Sargento Rusty Ledbetter (Rod Crawford) y el de los eternos lameculos (Chad, Copeland o Proctor), pasa ahora al ridículo cadete Lester Shane (P.J. Ochlan). 



Todo cambia, del reparto original solamente el Sargento Jones (Michael Winslow), permanecerá en la serie, aunque otros importantes personajes harán algún que otro cameo: los ahora Capitanes Hightower (Bubba Smith) y Tackleberry (David Graf), la ahora fiscal Callahan (Leslie Easterbrook), el ahora Sheriff Mauser (Art Metrano)... Pero el reparto principal corre a cargo de nuevos actores y nuevos personajes, como el nuevo Comandante, Ledbetter, Shane y toda una serie de especímenes que se presentan para la instrucción y que vienen a repetir, una vez más, los caracteres de la primera película.

Estos son el cadete Richard Casey (Matt Borlengui), un joven gamberro al que la Justicia obliga a ingresar en la Academia si no quiere terminar entre rejas (sí, calcado al caso de Mahoney); el cadete Luke Kackley (Tony Longo), que reúne la fuerza de Hightower pero con la inocencia de un niño, recuperando un poco el papel del Schtulman de la segunda peli; la atractiva cadete Annie Metford (Heather Campbell), que hereda la gafedad de Fackler; la no menos atractiva cadete Alicia Conchita Montoya Cervantes (Christine Gonzales), una motera macarra decidida a cambiar de vida, un poco al estilo de Zed, pero en mujer y con muca mejor planta y los cadetes Dirk y Dean Takleberry (Toby Proctor y Jeremiah Birkett, respectivamente), parientes del inolvidable Tackleberry y locos no sólo ya por las armas, sino por las artes marciales, las carreras y todo aquello que entrañe algún tipo de peligro. 

Como vemos, se trata de recuperar ciertas características de los personajes originales en otros nuevos exagerando ya al máximo los gags, de manera muy similar a lo hecho en la última entrega de la saga. Más que en bromas maliciosas o en hechos de gran envergadura, en este caso los protagonistas son afectados por acontecimientos puntuales, más simples, más acordes quizás a un público infantil que juvenil o mayor. Disparos de cañón, choques, caída de las escaleras, tropiezos, golpes... son el menú de esta serie que, si bien para los niños puede resultar verdaderamente entretenida y graciosa, no sucede lo mismo con los mayores, acostumbrados más a las gracias monumentales de los inicios de la saga. Además, se incorpora un cierto halo de ciencia ficción en algunos capítulos que no era costumbre ver en las pelis, así como argumentos mucho más simples, quizás excesivamente simples, por eso que quizás resulte más entretenida para un público infantil, como la de dibujos animados. 

Fuere como fuere, la serie solamente tuvo una temporada de 26 episodios y no cosechó éxito alguno, por lo que hoy día es difícil de encontrarla. En España fue emitida en su día por la 2 de TVE allá por el año 2002, si mal no recuerdo, y tampoco recuerdo si se emitió completa, pero no ha vuelto a salir en la pequeña pantalla y, la verdad, tampoco se le dio la oportunidad que merecía ni se trató de reorientar su emisión hacia los niños, que quizás la hubiesen encontrado más atractiva y entretenida, sobre todo teniendo en cuenta las series que tienen que tragarse hoy en día, los pobres.

 Así que ni es posible verla online, ni descargarla en castellano, por emule y youtube se pueden encontrar algunos capítulos en francés, pero poco o nada más... Así que si alguien la grabó en su día en VHS de la tele y por casualidad la tiene por casa, lo animo a que la pase a DVD y la suba a Internet para poder verla nuevamente y abrir la puerta a la nostalgia, porque es una verdadera serie perdida que, aunque no llegue a la altura de la saga, tampoco se le ha dado más de una oportunidad. Además, es el final de la Loca Academia de Policía, o al menos por el momento, porque en estos momentos se prepara una nueva entrega.

viernes, 28 de agosto de 2015

LOCA ACADEMIA DE POLICÍA VII: MISIÓN EN MOSCÚ


En 1988, mientras la quinta parte de la saga veía la luz, nacía también una serie de dibujos animados con los mismos personajes que la saga original y que cosechó bastante éxito entre los niños, naciendo una colección de álbumes de cromos, muñecos de os personajes, juegos y todo lo que una serie de anime de éxito lleva aparejado. La serie se mantuvo, aproximadamente durante un año o incluso hasta 1990, cuando ya parecía que, con la sexta película de la saga, todo había acabado. Pero no, aún no había acabado. En 1994, cinco años después de la última entrega y diez años después del nacimiento de la saga, veía la luz la séptima secuela: Misión en Moscú, dirigida en esta ocasión por Alan Metter.



Cinco años habían pasado, sí, desde la sexta entrega de la saga de comedias policiales, en teoría lo suficiente para quizás tener nuevas ideas que, de resucitar el proyecto, lo hiciera con aire fresco y con propuestas interesantes, pero el intento de resucitar la saga fue un fiasco. El argumento se parece bastante al de la quinta película, pero si entonces los locos polis iban a Miami, ahora van aún más lejos, a Moscú y si antes iban a recibir una condecoración para el Comandante Lassard, ahora es el Gobierno soviético el que pide ayuda al viejo Lassard (George Gaynes) para que, con sus chicos y chicas, les ayude a capturar al cada vez más poderoso líder de la mafia rusa, Konstantin Konali (Ron Perlman), que ambiciona a controlar todos los resortes del país mediante un maquiavélico plan.

Y a Moscú se van Lassard y los suyos, o al menos algunos de ellos: el Capitán Harris (G.W. Bailey), la Capitán Callahan (Leslie Easterbrook), los Sargentos Jones (Michael Winslow) y Tackleberry (David Graf) y una nueva incorporación, el cadete Kyle Connors (Charlie Schlatter). En Moscú nos encontraremos algunos nuevos personajes de la Policía soviética como el Comandante Aleksandr Nikolaevich Rakov (Christopher Lee), el Teniente Talinsky (Gregg Berger) y la agente Katrina (Claire Forlani), pero la realidad es que del elenco original ya sólo quedan restos marginales. Ya no es que falte Mahoney, es que su "sustituto", Nick Lassard, también desaparece de la historia, y en este caso el supuesto bromista de turno es el metepatas cadete Connors, y si Nick ya no daba la talla, muchísimo menos lo consigue este descafeinado personaje sin sentido. ¿Dónde está Hightower? ¿Y Hooks? ¿Y el eterno lameculos Proctor? Ni siquiera el Jefe Hurst, hasta ahora también fiel en todas las pelis, aparece. Lassard, Harris, Callahan, Jones y Tackleberry son los únicos que resisten, de los cuales tres (Lassard, Jones y Tack) salen en todas las pelis. 


En fin, que los americanos llegan a Moscú y el Comandante Lassard, siempre a lo suyo, se pierde desde el primer momento, así que el Teniente ruso Talinsky tiene que hacerles creer a sus hombres que Lassard se encuentra constantemente indispuesto. Mientras tanto, Callahan, Tack, Jones, Connors y Katrina tratan de conseguir pruebas para echarle el guante a Konali mientras Harris toma su propio camino para llegar al mismo fin y llevarse la gloria para sí. Infiltraciones, engaños, trampas, metidas de pata... hasta que al final todo esfuerzo es en vano y quien termina decidiendo el final es quien menos se había preocupado en resolver el caso. Y en medio de todo ello momentos con gracia y otros con no tanta, pero sobre todo una sensación de que esta peli, más que para cine estaba destinada a ser una especie de capítulo largo de una serie en el que sobran algunas escenas que se tornan bastante aburridas y que salen sobrando. 

Como siempre, hay puntos atractivos en la peli (que podía haber dado para una acción más animada de lo que resultó), y otros bastante aburridos, pareciendo más una sucesión de gags continuos que una peli que siga las líneas maestras de sus antecesoras. Además, si ya desde la quinta entrega habíamos venido viendo cómo las aptitudes de los personajes se exageraban, en este caso esto se ve con muchísima más claridad: la voltereta mortal de Tackleberry es un buen ejemplo de ello. Además, crece la ficción con respecto a las anteriores entregas: explosiones en las que el afectado no sale más que con la ropa chamuscada, paseos inverosímiles por las alcantarillas moscovitas, dotes casi mágicos para liberarse de sus amarraduras (Callahan) o para ser amarrado en cuestión de décimas de segundo (Harris)... En fin, que más que película da la sensación de que es un telefilm largo, que podría haber dado para más pero que si limita a buscar desesperadamente una excusa para introducir una serie de gags menos realistas que en las anteriores pelis y más tendentes a una ficción exagerada, casi más pata para el público de la serie animada que para los seguidores de las anteriores partes de la saga. 

Este es, de momento, el final de la saga de películas, pero no de la saga en sí misma, pues, mientras "Misión en Moscú" extendía la agonía de la divertida y mítica comedia, era también el germen de algo nuevo y no más glorioso que ella. Unos años después vería la luz el spin off de la Loca Academia de Policía, una serie de imagen real que, ahora sí, es de momento, la puntilla final de la saga, y de la que hablaremos en el siguiente post. 


miércoles, 26 de agosto de 2015

LOCA ACADEMIA DE POLICÍA VI: CIUDAD SITIADA


En 1989, cómo no, llegaba la siguiente entrega de la saga, sin siquiera un año de descanso entre uno y otro filme. Y, aunque parecía que con la cuarta entrega y el epílogo de la quinta el tema estaba ya agotado, aún había espíritu para hacer salir a la luz una sexta entrega bajo la dirección de Peter Bonerz: Ciudad Sitiada. 



Una ola criminal asola la ciudad, especialmente el distrito bajo control del Capitán Harris (G.W. Bailey), que al no poder hacerse con el mando de la Academia se ha independizado y ahora, de nuevo, está al frente de una Comisaría. Cómo no, con su lameculos particular, el Teniente Proctor (Lance Kinsey) a su verita. Las cosas se salen de madre y el Alcalde (Kenneth Mars) y el Jefe Hurst (George R. Robertson) piden ayuda al Comandante Lassard (George Gaynes) y a sus chicos y chicas para colaborar y poner a los criminales tras las rejas, para gran disgusto de Harris, que creía haberse librado de la pandilla para siempre. Lassard, en efecto, se presenta en el distrito de Harris con su equipo: los Sargentos Jones (Michael Winslow), Tackleberry (David Graf), Hooks (Marion Ramsey) y los Tenientes Callahan (Leslie Easterbrook) y Hightower (Bubba Smith) repiten papel, y con ellos se recupera el personaje del Sargento Fackler (Bruce Mahler), al que no habíamos visto desde la tercera peli (brevemente) y regresa más gafe que nunca y el Sargento Nick Lassard (Matt McCoy), al que en la peli anterior habíamos visto como policía en Miami y que ahora, por lo visto, trabaja para su tío en la Academia.

De nuevo, como siempre, los alocados agentes, entre broma y broma a Harris (a cargo de Nick fundamentalmente) meten la pata una y otra vez, pero esta vez hay una explicación: hay un topo en el grupo que está pasando información a la banda criminal y estos siempre se adelantan a la Policía. Las sospechas aparecen. Harris sospecha de Lassard y sus hombres y trata a toda costa de retirarlos del caso, mientras tanto los criminales ganan terreno. Hasta que, finalmente, nuestros chicos y chicas dan con un hilo del que tirar y llegan al sorprendente e increíble desenlace. 

La peli es un intento de Loca Academia de Policía 2 2.0, con un aire más moderno en los escenarios, en los coches patrulla, en los uniformes, aunque siguiendo el hilo clásico y sacando nuevamente el escenario de la instrucción académica para centrarlo en la persecución de unos criminales en otra comisaría, como había sucedido en la segunda parte de la saga. O sea, que es una especie de reedición de la segunda, pero con algunas modificaciones y más ficción/exageración. Tiene sus puntillos graciosos y para pasar un rato está bien, pero queda muy lejos de los grandes tiempos de la saga, y sigue faltando Mahoney, aunque se insista en mantener en su lugar a Nick Lassard y se recupere a un gracioso Fackler con más protagonismo incluso que el que había tenido en la última peli en la que había salido (la tercera, solamente en una o dos escenas). Las incorporaciones de la tercera y de la cuarta partes brillan por su ausencia, salvo en el caso de la señora Feldman (Billie Bird), que aparece brevemente en una ocasión. El resto todos desaparecen, no se recupera ningún recluta de los que las anteriores partes de la saga habían intentado sacar adelante (Bud Kirkland, Sweetchuck, Zed, Conklin, Nogata...) y se sigue manteniendo el plantel original con la gran ausencia, irremediable e insustituible, de Mahoney. 


Era el extremo intento de exprimir una saga que ya no podía dar más de sí, o al menos no a aquel ritmo, a una película por año, sin descanso, sin tiempo a tener ideas frescas que madurasen y diesen lugar a una entrega novedosa. Pero la sexta iba a ser la última peli de la ininterrumpida traca, aunque no la última de la saga. Aún quedaba una, pero para ésta sí se dejaría pasar unos años, ¿servirían para elaborar nuevas y frescas ideas? 

martes, 25 de agosto de 2015

LOCA ACADEMIA DE POLICÍA V: OPERACIÓN MIAMI BEACH


Llegaba 1988 y, con él, la quinta entrega de la saga. Esta vez bajo la batuta de Alan Myerson. ¿Qué hacer? El tema de la Academia de Policía ya parecía estar explotado (adecuadamente explotado) hasta los topes, pero, como siempre sucede, había quien opinaba que a la saga se le podía sacar un poquito más de jugo. ¿Cómo? Trasladando el escenario de los hechos, esta vez no a una comisaría de la ciudad, como sucedió en la segunda película, sino a un escenario más atractivo, más llamativo: Miami Beach. Y así nació la quinta secuela. 




En este caso, el Capitán Harris (G.W. Bailey) y su perrito de compañía, al Teniente Proctor (Lance Kinsey), entran a hurtadillas en el despacho del Jefe Hurst (George R. Robertson) y descubren que el viejo Comandante Lassard (Geroge Gaynes) debía haberse jubilado hace un año. El pérfido Harris saca los documentos a la luz para forzar la jubilación de Lassard y su ascenso a Comandante de la Academia. Como acto de despedida, a Lassard se le ofrece una condecoración en Miami y éste pide a sus chicos y chicas más cercanos que viajen con él para acompañarle en el último acto de su carrera policial. Con el veterano Comandante irán nuestros ya conocidos Sargentos Hightower (Bubba Smith), Tackleberry (David Graf), Jones (Michael Winslow), Hooks (Marion Ramsey) y la Teniente Callahan (Leslie Easterbrook). Junto a ellos viaja también una incorporación de la anterior peli de la saga, el agente Conklin (Tab Thacker). Y, cómo no, los mismísimos Harris y Proctor, para quedar bien ante todos y, de paso, darse un paseo de lujo... y también para ser las víctimas de las bromas de los otros, cómo no.

El problema surge cuando en pleno vuelo el Comandante Lassard se confunde e intercambia su bolsa con la de unos atracadores de joyerías que guardaban su preciado botín en la que ahora se lleva Lassard. Así, mientras el Comandante se desplaza impávido por Miami con una bolsa llena de diamantes sin percatarse de nada, los criminales le siguen la pista para arrebatárselos. Como no lo consiguen, tienen que tomar al propio Lassard como rehén (y a Harris de paso) y huir de nuestros chicos y chicas, que los perseguirán hasta el fin del mundo para recuperar a su preciado Comandante. 

Pero el cambio de destino y lo aparantemente atractivo de la trama no oculta un hecho obvio. Importantes personajes que se habían venido consolidando en las películas anteriores no están ya, es el caso de Zed y Sweetchuck, y de las incorporaciones de la peli anterior solamente Conklin repite. A pesar de todo, parece que en equipo original se mantiene bastante bien, salvo con una excepción, y bastante importante. Ya no está Mahoney. El alma de la saga ha desaparecido de un momento a otro y en esta película se intenta de alguna manera sustituir con la aparición del sobrino del Comandante Lassard, Nick (Matt McCoy), también bromista empedernido y también polo opuesto a Harris desde el primer momento. Junto a él se incorpora otra policía de Miami, Kate (Janet Jones), pero ni uno ni otro podrán hacer olvidar la ausencia de Mahoney.

Es una película que, después del éxito notable de las cuatro anteriores, casi venía a ser necesaria si tenemos en cuenta que en el cine nadie quiere dar una saga exitosa por terminada hasta que no demuestra estar explotada hasta sus ultimísimas consecuencias. En este sentido, la quinta de la saga se hace una comedia entretenida, llevadera y bastante exótica, pero no llega a la altura de sus antecesoras y se puede decir que ya prácticamente nacía por inercia, como resultado de la fuerza de las que la precedieron. Aún así y todo, tiene sus puntos graciosos y sus puntos de acción nada despreciables, que hacen que no sea aburrida, pero ya venía a ser una muestra de cómo la saga iba perdiendo fuelle a medida que trataban de sacarle más y más jugo a base de exagerar ya casi hasta lo ridículo las capacidades de algunos de los protagonistas principales (como la puntería de Tackleberry o la fuerza de Hightower, que parece que van a más con el paso de los años). 


lunes, 24 de agosto de 2015

LOCA ACADEMIA DE POLICÍA IV: LOS CIUDADANOS SE DEFIENDEN



Tan sólo un año después de la tercera parte, en 1987, llegaba la cuarta entrega de la saga de la Loca Academia de Policía: los ciudadanos se defienden. En este caso la dirección venía de la mano de Jim Drake, pero las pautas iban a seguir siendo básicamente las mismas. 



El Comandante Lassard (George Gaynes) ha puesto en marcha un nuevo programa de defensa ciudadana, Ciudadanos por el Orden y la Paz (COP) y el Gobernador y el Jefe Hurst (George R. Robertson) le dan su apoyo, así que el proyecto sale adelante. Se trata de instruir a la ciudadanía para actuar en la prevención de delitos, y, una vez más, una fauna de lo más variopinto se presenta en la Academia para ser instruidos por unos personajes que ya de sobra conocemos. Los Sargentos Mahoney (Steve Guttenberg), Hightower (Bubba Smith), Jones (Michael Winslow), Tackleberry (David Graf), Hooks (Marion Ramsey) y la Teniente Callahan (Leslie Easterbrook) se ponen en marcha para sacar adelante el proyecto del buenazo de su Comandante. Pero, cómo no, aparece alguien que lo quiere echar todo por tierra, ¿quién? Harris (G.W. Bailey), el inflexible Teniente de la primera peli, que ahora reaparece, con el rango de Capitán, para hacerse cargo de la Academia mientras Lassard presenta su proyecto al mundo. Así, el odioso Mauser desaparece de escena, pero sólo para ser reemplazado por el "malo" original, el mítico Harris, que será de nuevo el blanco de todas las bromas de sus subordinados. El que no desaparece con Mauser es el Teniente Proctor (Lance Kinsey), que cambia de amo y ahora se convierte, ya definitivamente, en el lameculos de Harris, y por tanto en otro blanco importante de los bromazos de sus alocados compañeros. 

Junto al viejo reparto encontramos también, aunque brevemente, al Sargento Copeland (Scott Thompson), otro de los esbirros de Harris, y, siguiendo la estela de la anterior peli, a Sweetchuck (Tim Kazurinsky), Nogata (Brian Tochi), Zed (Bobcat Goldthwait) ahora convertidos en agentes de Policía encargados de apoyar la instrucción ciudadana. También veremos de nuevo, aunque muy brevemente, a la mujer de Tackleberry, la Sargento Kirkland (Colleen Camp) y a su hermano, Bud (Andrew Paris).

¿Y quiénes son los nuevos "reclutas", por así llamarlos? Esta vez no son cadetes, sino ciudadanos de a pie de cualquier condición, incluso ancianos, por lo que el abanico de posibilidades se dispara. Así, nos encontramos a Butterworth (Derek McGrath), la señora Lois Feldman (Billie Bird), al gigante Tommy "House" Conklin (Tab Thacker), Laura (Corinne Bohrer), Claire Mattson (Sharon Stone) y Kyle (David Spade) y Arnie (Brian Backer), dos monopatinistas gamberros que se escapan de las garras de Harris y de la cárcel a cambio de realizar la instrucción en el programa (esto nos suena un poco a los primeros pasos de Mahoney). De los cadetes de la anterior entrega, tan sólo nos encontramos a los que, por así decirlo, dan más juego: Nogata, Zed y Sweetchuck, el resto desaparecen todos, con lo que si en la tercera se pretendía introducir una nueva generación, el proyecto fracasa cuando ésta desaparece en la cuarta entrega, y sólo permanecen en su lugar los clásicos personajes que siguen fieles desde la primera entrega y que, a estas alturas, se han convertido ya en inevitables, en fundamentales para la saga. Loca Academia de Policía son Mahoney, Jones, Hightower, Tackleberry, Hooks, Callahan, Lassard... y poco más, porque Fackler, que se había mantenido hasta la tercera (aunque muy brevemente en la última) ahora desaparece definitivamente, y también su mujer, que en la anterior peli era cadete. Se mantiene, por unos minutos, a Copeland, pero con él no aparece su inseparable compañero, Blankes, al que ya no volvemos a ver. 

Aún así, se mantiene una gran parte del plantel de las anteriores pelis y se consigue un resultado muy digno y una comedia de calidad y muy entretenida con grandes momentazos (sobre todo las bromas pesadas a Harris, Proctor o a los nuevos y engreídos recién llegados por parte de nuestros chicos). Como es lógico, los nuevos son unos inútiles que parece que van a hacer fracasar al proyecto de Lassard, pero cuando se produce una fuga en la cárcel, los chicos y chicas de Lassard serán apoyados por este variopinto grupo de patrulla ciudadana para perseguir a los prófugos incluso en globo y avioneta en una espectacular exhibición aérea. Era más de lo mismo, pero aún resultaba gracioso y nada pesado, era la última gran película de una saga que, en principio, no daba para más, pero la realidad era muy diferente. La saga continuó siendo explotada y, apenas unos meses después, la quinta entrega vería la luz. Iba a ser una entrega muy diferente, con muchas ausencias y, sobre todo, con una muy importante. 


domingo, 23 de agosto de 2015

LOCA ACADEMIA DE POLICÍA III: DE VUELTA A LA ESCUELA



Era 1986 y solamente habían pasado dos años desde la primera película de la saga, pero ya veía la luz una nueva, la tercera: "de vuelta a la escuela". Volvemos a la Academia y volvemos al argumento de la peli original: nuevos reclutas llegan para hacer la instrucción, con el consiguiente desastre fácil de prever, con una excepción: en este caso los instructores son nuestros viejos amigos, ahora ya convertidos en Sargentos. 


El argumento principal es el siguiente: el Gobernador anuncia que el Estado no puede seguir manteniendo dos Academias de Policía y que una de ellas ha de ser cerrada. Para decidir cuál debe ser se nombra a un comité que ha de juzgar la instrucción de las nuevas promociones de dichas Academias. Al frente de una está el mítico Comandante Lassard (George Gaynes) y al frente de la otra nos encontramos al odioso Mauser (Art Metrano), ahora convertido en Comandante y dispuesto a hacer de la suya la mejor Academia para que la que cierre sea la de Lassard. Pero, además, Mauser, secundado por el Capitán Proctor (Lance Kinsey) tiene a dos infiltrados en la Academia Lassard: Copeland (Scott Thompson) y Blankes (Brant Von Hoffman), los dos lameculos recuperados de la primera película y que siguen en la misma onda, esta vez trabajando para el enemigo. 

En el otro lado tenemos a nuestros chicos, ahora instructores, preparados para formar a la nueva generación de inútiles que se suman a filas. Así nos volvemos a encontrar a Mahoney (Steve Guttenberg), Jones (Michael Winslow), Hightower (Bubba Smith), Hooks (Marion Ramsey), Tackleberry (David Graf), Fackler (Bruce Mahler), todos ellos liderados por la también recuperada de la primera parte Teniente Callahan (Debbie Callahan). Y entre los incorporados a filas nos encontramos a nuevos personajes como el oriental Tomoko Nogata (Brian Tochi), la perfecta Karen Adams (Shawn Weatherly), el multimillonario Hedges (David Huband), la esposa de Fackler (Debralee Scott), Bud Kirkland (Andrew Paris) el cuñado de Tackleberry... y, como sorpresa a Sweetchuck (Tim Kazurinsky) y Zed (Bobcat Goldthwait), el tendero y criminal, respectivamente, de la parte anterior, ahora convertidos en todo unos cadetes que nos depararán más de una situación divertida. Lo que en principio eran unos elementos inútiles terminarán por convertirse, como en la primera, en héroes cuando, al estar todo perdido, el Gobernador es secuestrado por una panda de criminales y nuestros chicos y chicas tendrán que arreglárselas para liberar al rehén tras una persecución por tierra y agua. 

En esencia, la línea argumental viene a ser la misma que la de la primera película, con nuevos personajes y nuevamente bajo la dirección de Jerry Paris. De nuevo, el foco de las bromas serán Mauser y Proctor, a los que los hombres de Lassard harán más de una perrería, entre las cuales volvemos a ver al mítico bar de ambiente de las dos primeras partes, La Ostra Azul, al que van a parar siempre los "menos buenos" de nuestra peli para bailar a ritmo de Bimbó. Las bromas no serán de menor categoría que en las dos partes anteriores (arrancar las cejas de cuajo, quedarse desnudo por las calles de la ciudad, meterle el micrófono en el agua cuando uno está hablando)... 

Nuevamente hubo buenos resultados, porque aunque era una reformulación de la primera se convirtió en una comedia entretenida y familiar que, a pesar de todo, aún no estaba lo suficientemente explotada. De hecho, aún quedaban algunos años de popularidad para la famosa saga, pero lo cierto es que, pese a todo, los gags se iban agotando. No obstante, aún quedaba un poco de material, el suficiente para, al año siguiente, producir una cuarta entrega. 




LOCA ACADEMIA DE POLICÍA II: SU PRIMERA MISIÓN



La Loca Academia de Policía de 1984 fue un éxito, así que la secuela no se hizo esperar y al año siguiente veía la luz la segunda parte de la franquicia "Loca Academia de Policía 2: su primera misión". En esta ocasión no fue Hugh Wilson el que se encargó de la dirección, sino Jerry Paris y el argumento dio un pequeño giro con respecto a la película original. 



Seguimos en la misma ciudad, pero esta vez los cadetes que hemos conocido en la primera peli ya son todos unos agentes graduados preparados para afrontar misiones reales, o al menos algunos de ellos, porque para entonces ya se había podido comprobar quiénes eran los personajes que daban juego a la escena y de cuáles se podía prescindir. En este caso la acción no se desarrolla en la famosa Academia, sino en la comisaría del Capitán Pete Lassard, el hermano del bonachón Comandante Lassard. Una ola de crímenes asola la ciudad y el Jefe Hurst (George R. Robertson) ordena al Capitán Lassard (Howard Hesseman) hacerse cargo de la situación cuanto antes si no quiere perder su puesto. Entonces el Capitán Lassard llama a la Academia, a su hermano, el Comandante Eric Lassard (George Gaynes) para que le envíe a sus mejores hombres y así poder controlar a la peligrosa banda que gana terreno en la ciudad. Y, cómo no, Lassard le envía a su hermano a nuestros hombres: Carey Mahoney (Steve Guttenberg), Larvell Jones (Michael Winslow), Eugene Tackleberry (David Graf), Moses Hightower (Bubba Smith), Laverne Hooks (Marion Ramsey) y Douglas Fackler (Bruce Mahler). Así, de golpe y plumazo, salen de escena algunos de los cadetes de la primera película: George Martin, Thompson, Bárbara, Copeland, Blankes... cuyos personajes se dan por amortizados y se exagerarán las cualidades de los personajes que se han mantenido.

Por ejemplo, si antes Mahoney era gamberro y bromista, ahora lo veremos llevando sus travesuras por terrenos ya más escabrosos (hasta el punto de cambiarle
a su superior el bote de champú de la ducha por uno de pegamento, con los consiguientes resultados). Este tic bromista de Mahoney aún lo tendremos que ver más exagerado a medida que vaya pasando el tiempo. Lo mismo pasa con los ruidos de Jones, que adquieren una variedad sorprendente, y al que ahora se le añaden, además, capacidades de artes marciales que no habíamos visto en la primera película. También parece sufrir un potente incremento la fuerza del ya por sí fuerte Hightower o el mal carácter de la en principio tímida Hooks... Por su parte, Tackleberry encuentra a su alma gemela en su nuevo destino, la atractiva agente Kathleen Kirkland (Colleen Camp), que viene en cierto modo a sustituir a la Sargento Callahan de la primera peli y con la que el fanático de las armas terminará casándose. 

Pero el cambio de Callahan por Kirkland no es el único que vemos en esta peli. Por ejemplo, el papel
del clásico gordito metepatas, que en la primera había sido Leslie Bárbara, en este caso lo vemos en el pellejo del comilón Vinnie Schtulman (Peter Van Norden) y al inflexible y malencarado Teniente Harris lo vemos reflejado en el papel del Teniente Mauser (Art Metrano), secundado por su lameculos particular, el Sargento Proctor (Lance Kinsey), que vendría a fusionar en un sólo personaje los papeles de Copeland y Blankes. Los perfiles, pues, son los mismos, pero con algunos nuevos personajes y con alguna variación. Por ejemplo, si en la primera peli Harris quería hacer fracasar a los nuevos reclutas para dar satisfacción al Jefe de la Policía, en esta ocasión es el Teniente Mauser el que tratará por todos los medios que los nuevos agentes fracasen en su empeño de detener la ola criminal. ¿Por qué? Porque el Jefe Hurst le ha prometido que si el Capitán Lassard no soluciona el problema, Mauser pasará a ocupar su puesto y, con él, claro, el inútil de Proctor. Y la verdad que Mauser no tendrá que esforzarse mucho, porque los nuevos agentes no se andarán con chiquitas en lo que a meteduras de pata se refiere. Si los comerciantes como el pobre señor Sweetchuck (Tim Kazurinsky) viven acosados y amargados por la banda criminal del chillón Zed (Bobcat Goldthwait), no lo estarán menos cuando nuestros hombres, llevados por una terrible confusión, le terminen con la tienda a punta de metralleta, sin dejar piedra sobre piedra. 

Como era de esperar, las meteduras de pata de los agentes llegan a tal punto que el Capitán Lassard es destituido y el infame Mauser (que se gana a pulso la enemistad con Mahoney) es ascendido y puesto al frente de la comisaría. Y ahí viene lo interesante, porque Mahoney y su compañero de patrulla, Schtulman, también son sacados del servicio y, por su cuenta y riesgo, se unen al Capitán Lassard para poner en marcha toda una operación de infiltración en la banda de Zed. El problema viene cuando, en plena operación, Mahoney es descubierto y cae en manos de los criminales y todos sus compañeros se lanzan al rescate sin la aprobación de su nuevo jefe, el Capitán Mauser. 

Ciertamente, la segunda parte de la saga se puede decir que está a la altura de la original, y así lo demostraron los buenos resultados económicos obtenidos. Los gags son divertidos y adquieren tintes más "crueles" (siempre dentro de los límites) que en la primera parte y, aunque no tengamos la oportunidad de ver desastrosos entrenamientos ni instrucciones frustradas como en la anterior, en esta ya podremos ver a nuestros chicos y chicas liarla en plena calle, con una banda a la que perseguir y un malintencionado Mauser poniéndoles trabas en el camino. Con este panorama, las risas y el éxito estaban aseguradas y, con ellas, obviamente, la aparición de un filón que, de momento, no tardaría mucho en parir una tercera entrega. 
LOCA ACADEMIA DE POLICÍA




¿Quién no la ha visto alguna vez por la tele de pequeño? Todos sabíamos que había varias pelis de Loca Academia de Policía, ¿cuántas? Muchas, daba igual, el rato era pasar un buen rato delante del televisor echándose unas risas. Eran (son) siete, de momento (porque parece ser que hay planes de futuro) y a ellas se añadían dos series de televisión, una de dibujos animados y una de imagen real a modo de continuación de la saga. Pero la original, la que probablemente todos hemos visto y disfrutado nació en el año 1984. Ahí comenzó todo...




Pongámonos en situación. En una gran ciudad de los Estados Unidos, bien podría ser Nueva York, una recién llegada alcaldesa, Marie Sue Beal, cambia todos los parámetros de ingreso para la Academia de Policía de la ciudad. Desde ese momento el peso, la fuerza física, la estatura, la edad, etc. no serán obstáculo para alistarse a la Policía. Naturalmente, una fauna de lo más variado se presenta ante las puertas de la Academia de Policía Metropolitana para recibir su instrucción y, naturalmente, los viejos mandos no están precisamente muy contentos con ello. El Jefe de la Policía, Henry Hurst (George R. Robertson) está que se sale de sus casillas al ver lo que está llegando a la Academia y encarga al buenazo del Comandante Eric Lassard (George Gaynes) que realice una purga entre los nuevos cadetes para "invitarlos" a que se larguen de allí. En otras palabras que se den cuenta que aquello no es lo suyo y, en definitiva, que el proyecto de la alcaldesa es un fracaso. El Comandante Lassard, sin embargo, no está muy por la labor de hacerle la vida imposible a nadie, pero aquí es donde recoge el testigo el segundo al mando de la Academia, el Teniente Tadeo Harris (G.W. Bailey), que será el instructor de los nuevos cadetes, a los que tratará de hacer la vida de cuadritos desde el primer día. Pero... ¿quiénes son los nuevos reclutas?

Sin duda, el primero y más destacado de todos es el inolvidable Carey Mahoney (Steve Guttenberg) un aparcacoches rebelde y continuamente metido en líos al que al que el viejo amigo de su difunto padre, el Capitán Reed (Ted Ross) se ha cansado de sacarle las castañas del fuego, así que le da dos opciones: o se va a la cárcel ha pagar todas sus gamberradas, o ingresa en la Academia de Policía. Mahoney lo ve claro: ingresará a la Academia, sí, pero desde el minuto uno va a trabajar intensamente para que lo expulsen de allí. No sabe el ingenuo muchacho que el Capitán Reed se ha encargado de pedirle personalmente al Comandante Lassard que Mahoney permanezca en la Academia contra viento y marea. Y el viento y la marea de Mahoney lo pagará, en bromas pesadas, su instructor, el Teniente Harris. 


Tenemos también al inolvidable y no menos gamberro Larvell Jones (Michael Winslow), a quien Mahoney conoce en una comisaría cuando está detenido y del que se hace inmediatamente amigo. Los dos irán de la manita a la Academia, donde Jones podrá poner en marcha su principal habilidad, imitar todo tipo de ruido con su propia boca. No menos singular es Eugene Tackleberry (David Graf), un vigilante de seguridad loco por las armas que ingresa a la Academia para poder dar rienda suelta a su afición por la artillería. También tenemos a la atractiva Karen Thompson (Kim Cattrall), a la que Mahoney echa el ojo desde el primer minuto, o al florista fortachón Moses Hightower (Bubba Smith), capaz de volcar un coche sin más ayuda que sus propias manos. Junto a ellos el tímido gordete Leslie Bárbara (Donovan Scott), un dependiente de una tienda fotográfica al que los macarras le hacen la vida imposible; el latin lover Jorge Martín (o George Martin) (Andrew Rubin), el desastrosamente gafe Douglas Fackler (Bruce Mahler) la aparentemente tímida Laverne Hooks (Marion Ramsey) o los dos típicos pelotas y lameculos de Harris, Chad Copeland (Scott Thompson) y Kyle Blankes (Brant Van Hoffman). Toda una pandilla de lo más variado que pondrá patas arriba a la Academia y que convertirán la instrucción que pretenden darles Harris y su segunda, la atractiva Sargento Debbie Callahan (Leslie Easterbrook) en un verdadero circo, en un cúmulo de divertidos desastres. 


Sin duda, la película es la comedia familiar por excelencia, con sus gracias para pequeños y para no tan pequeños, sin llegar nunca a ser soez, y eso es lo que ha hecha de ella uno de los clásicos de la comedia por excelencia. Su estreno fue un verdadero éxito y muy pronto sus personajes se convertirían en mitos, sobre todo el fanático Tackleberry, el ruiditos Jones o el forzudo Hightower, a los que veríamos repitiendo sus papeles en las posteriores entregas de la saga. Esta película marcó el inicio. Su estructura es bien simple: los cadetes son verdadero desastre a la hora de la instrucción, están más preocupados en pasárselo bien o en devolverles las perrerías a sus instructores (sobre todo Mahoney) que en esforzarse por lograr sus objetivos, pero poco a poco se van superando y, al final, cuando estallan fuertes disturbios en la ciudad y nuevos chicos se ven metidos de lleno en el pastel, pronto demuestran que se las pueden apañar para salir adelante entre todos. Aunque, por el camino, más de uno se llevará un buen susto.